Arquitectura C, 28 – CRC C, 33
Ya sé que esta frase es de los colchoneros, pero me parece que refleja muy bien la actitud que tuvimos ayer en el campo. Porque este partido contra la Escuela, un equipo lleno de gente años de experiencia rugbística al más alto nivel (pero más jóvenes que nosotros), fue la demostración de que cuando sacamos nuestro espíritu competitivo somos capaces de lo mejor.
Y mira que tuvimos errores técnicos. Balones que se caían, pases malos, malas decisiones. Este año no habíamos encontrado hasta ahora ningún equipo que nos lo pusiera difícil, pero la presión que nos metieron los arquitectos ayer nos hacía muy difícil jugar con comodidad.
En los primeros 20 minutos no tuvimos ni un balón decente en ataque. No pasamos de medio campo. Las melés eran una pesadilla, las touches acababan enfangadas sin ninguna claridad, llegábamos tarde a los rucks y las pasábamos canutas para defender in extremis sus ataques. En uno de estos llegan cerca, empiezan a encadenar un pick & go con mucho oficio y terminan ensayando.
Un ratito después cometemos golpe en nuestra línea de 22 y ellos deciden chutar a palos. Y tres jugadas más tarde hacemos otro golpe en medio campo y su apertura, que tenía un pie bien afilado, nos enchufa tres puntitos más desde la cocina de su casa.
Vamos palmando 11-0 y hay que hacer algo.
Y aquí aparecen nuestros chiquitines para dar un golpe sobre la mesa. Luis Montoro (que hoy coincidía por primera vez en el campo con su padre) y Félix Samarán la lían parda atrás, echan patas y mucho desparpajo y se ponen a atacar la buena defensa de Arquitectura hasta que el bueno de Dani Baqués (que jugaba de segunda pero estaba presente en todos los fregaos), que va en apoyo, consigue un bonito ensayo.
Ya han pasado 30 minutos y parece que los arquitectos están acusando más que nosotros el cansancio. El árbitro castiga finalmente con un golpe franco la costumbre de la Escuela de empujar la melé antes de que el balón haya entrado. Nuestros tres yogurines de la primera línea (Miguel, Juanito y Vasco) se las tenían que ver con señores hechos y derechos con los huevos negros del humo de cien batallas, pero en ningún momento se arrugaron ni pusieron excusas. Y en ese momento Moni, en lugar de jugar o echarla fuera, en un ataque de genialidad, ve a Mario del Pozo levantando las manos en la otra esquina del campo y le envía una patada-pase larguísima y precisa, que aprovecha el chaval para ponernos momentáneamente por encima en el marcador. Vamos ganando 12-11.
Como ahora hay más igualdad los arquitectos tiran de experiencia y vuelven a chutar un golpe a palos para ponerse por delante al llegar al descanso. Perdemos 14-12 y cualquier cosa puede pasar en la segunda parte.
La última jugada de la primera parte es graciosa. Con el tiempo cumplido los arquitectos tienen golpe a favor en su 22. El nueve saca cortito para dar una patada hacia su fondo y que el juego termine, pero le da sin querer al palo, el balón sale rebotado hacia la esquina y falta un pelo para que con el caos del bote raro consigamos pillarlo y marcar.
En el descanso nuestro Simon se pone el gorro de estratega y nos da claves para mejorar el juego en la segunda parte. Cortas, claras y precisas. Ni Rommel leía tan bien el campo de batalla.
Empieza la segunda parte con mucha igualdad, pero algo distinto flota en el ambiente. Ahora somos nosotros los que estamos marcando el juego y ellos tienen que defender. Ninguno de nosotros va a dejarse vencer.
Determinación. Este partido lo ganamos.
Cada balón es una batalla, pero nadie rehúye el contacto, y eso que los arquitectos tienen gente fuerte y rápida que te sientan de culo si te pillan bien. Poco a poco nos acercamos y por fin Diego “Tormenta” se mete hasta la cocina y encuentra merecido premio a todos sus topetazos, con los que alguno de ellos tendrá pesadillas esta noche.
Es nuestro momento. Atrás volvemos a liarla y esta vez es Luis quien marca un ensayo precioso tras una jugada colectiva con muchos pases y off-loads. Ahora vamos ganando 26-14 y quizá hemos dejado al contrario sin ganas de seguir luchando.
Pero de eso nada. Aquí nadie se rinde y todo el mundo va a luchar hasta el límite. Sacan ellos una touch en nuestro 22 atrás del todo al Chino, un ocho con formato armario de tres cuerpos de los que da gloria verlos, que se pone a correr y a pesar de llevar a tres de los nuestros colgando como mochilas consigue marcar y dar ánimos a los suyos.
Y les funciona. Se vienen arriba, ahora somos nosotros los que cometemos un golpe franco en una melé, la juegan rápido y el ala nos casca un ensayo que les pone por delante. Perdemos 28-26 y estamos jugando acorralados en nuestro campo. En la siguiente jugada de nuevo parece que ensayan en la base del palo (lo que desde hace un par de temporadas ya no cuenta como ensayo), pero Conrado se tira debajo y lo salva. El árbitro pita ensayo, pero por una vez y sin TMO (lo digo porque contradice la estadística de Simon, “nunca he visto a un árbitro cambiar su decisión porque un jugador proteste”) el árbitro anula el ensayo y sacamos de drop desde atrás.
El caso es que quedan 8 minutos y vamos dos puntos abajo. Hay que apretar los dientes. Atrás es donde creamos más oportunidades y el balón llega hasta Félix, pegado a la banda, que rompe la línea de ventaja y deja un buen off-load a Hedi, que con su zancada lentísima pero elegante llega hasta 22, donde lo placan, y desde el suelo levanta el balón para Jorge, que se había pegado el carrerón para llegar hasta allí y todavía tiene fuerzas para un cambio de ritmo con el que dejar atrás al último defensor y marcar el ensayo de la victoria.
Como comentábamos en el tercer tiempo, cualquiera de los dos equipos podía haber ganado. Fue un partido disputadísimo, duro, sin juego sucio y muy exigente. Pero es uno de esos partidos en los que todo el mundo sale con la cabeza bien alta.
Como curiosidad, estaba Manolo Moriche de entrenador de ellos. No entrenan (bueno, igual que nosotros), pero nominalmente al menos lo tenían como jefe.
Muchas gracias a todo el mundo por la entrega y la concentración en el campo. Gracias a los sub23, que han tenido muchísimo que ver con esta victoria, gracias a Simon por pastorearnos, a David por acercarse a animar y a nuestra ruidosa y animada hinchada, que se hacían notar a pesar de ser pocos.
Jugar con vosotros es el mejor regalo de cumpleaños que podía tener.
Pato
Comentarios recientes