INDUSTRIALES – CRC.

El Cantizal es uno de esos campos que a los piratas que surcamos los mares del Noroeste madrileños nos gusta visitar. Es un recinto coqueto, y en el que la grada cubierta recoge muy bien a los asistentes. Los pequeños rugbiers se vienen arriba ante la presencia de tanto aficionado a este maravillo deporte. La empresa nunca es fácil ante los roceños, un equipo aguerrido en todas sus categorías.

El marcador al descanso fue un buen reflejo. Las defensas se impusieron constantemente y no hubo tantos, aún así, la primera mitad fue muy intensa y cabe destacarlo, muy bien arbitrado por parte del Colegiado. Estuvo de diez, señalado las infracciones y sobre todo explicando a los jugadores las mismas.

La segunda parte fue un carrusel de sensaciones, al primer ensayo de industriales respondió de manera inminente el equipo con un saque de centro muy pillo que obtuvo premio. A partir de ahí una extraordinaria defensa de los rucks nos dio balón y nos permitió salir a la contra, una tras otras iban cayendo las carreras y con ellas los ensayos.

Merecida y trabajada victoria se llevaron los piratas, un tesoro que durará hasta el siguiente envite con los neriazurros.

CISNEROS – CRC.

Recuerdo cuando era niño que lo que más me gustaba era el tacto de una pelota. Llegar al campo y calentar siempre dándole a la pelota. Aquel momento en el que tocas el primer balón durante el entreno previo te da realmente la bienvenida al terreno de juego, porque esto, es un juego y nuestros piratillas lo que más les satisface, es jugar. Por eso me gusta cuando veo que los nuestros son los primeros en coger los balones en los calentamientos previos a los partidos, se van las legañas y aparecen las primeras sonrisas.

Puede que sea eso lo que haga que nos cueste meternos en los partidos, pero también pienso que es la clave para remontarlos, tener trato con el balón, quererlo, guardarlo y patearlo si llega la ocasión. Cisneros se fue diluyendo a pesar de iniciar el tanteo a su favor, tal vez la falta de banquillo le peso.

CRC fue un rodillo que funcionó a la perfección, y el mérito aquí hay que dárselo al trabajo semanal y a quienes se encargan de ello. Todo lo trabajado salió y eso es encomiable. Ningún pirata perdió la sonrisa mientras aumentaba el botín de los puntos, y aquel cielo plomizo de El Cantizal vio partir al galeón pirata cargado hasta los topes de ensayos, buenas jugadas y sobre todo muchas sonrisas…